La primera vez que conocí a mi aprendiz autista favorita, se acercó a mí y me dijo: «¡No pareces una presa!» Discutimos extensamente cómo nuestras apariencias, lenguaje corporal y gestos nos perciben constantemente como vulnerables. Nunca había pensado que esto fuera un rasgo del autismo hasta que empecé a investigar las relaciones entre las estadísticas delictivas y el autismo para descubrir que con frecuencia somos víctimas. Cuando busqué el significado de «que se aprovechen de mí», descubrí algo sorprendente. La frase tiene dos componentes: que alguien te utilice injustamente para su propio beneficio y que tú seas cómplice y aceptes esta dinámica. Según esta definición, ser asaltado en la calle no es «aprovecharse de él». Si bien todo el mundo experimenta este tipo de encuentros, parece que se aprovechan de muchas personas neurodiversas porque se las engaña fácilmente para que sean cómplices de estos intercambios.