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Angelle Albright tenía sólo 38 años con 3 niños pequeños cuando se le dio un 34% de probabilidades de sobrevivir al cáncer de mama. El diagnóstico en sí mismo fue un rompecorazones, pero la idea de perder su figura y cabello fue absolutamente desgarradora. Sus mechones de pelo largo y rizado eran su firma, pero fingir su cabello exótico con una peluca en 2005 no fue posible. La lucha por encontrar cubiertas de cabeza guapas y bien ajustadas simplemente no existía. Las bufandas eran costosas, tenían que ser atadas, y se negaron a permanecer en su lugar. Su búsqueda le causó más ansiedad de la que podía manejar. Perdió su dignidad y sobre todo se quedó calva o vivía en un cómodo pañuelo que dejó muchas partes de su cabeza expuestas. Cinco años después, sobrevivió gracias a nuevas terapias dirigidas, y cuando su hermana fue diagnosticada, se negó a dejarla sufrir la misma frustración. Se le ocurrió la solución perfecta para aliviar la carga añadida de la calvicie para los demás.
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Angelle Albright tenía sólo 38 años con 3 niños pequeños cuando se le dio un 34% de probabilidades de sobrevivir al cáncer de mama. El diagnóstico en sí mismo fue un rompecorazones, pero la idea de perder su figura y cabello fue absolutamente desgarradora. Sus mechones de pelo largo y rizado eran su firma, pero fingir su cabello exótico con una peluca en 2005 no fue posible. La lucha por encontrar cubiertas de cabeza guapas y bien ajustadas simplemente no existía. Las bufandas eran costosas, tenían que ser atadas, y se negaron a permanecer en su lugar. Su búsqueda le causó más ansiedad de la que podía manejar. Perdió su dignidad y sobre todo se quedó calva o vivía en un cómodo pañuelo que dejó muchas partes de su cabeza expuestas. Cinco años después, sobrevivió gracias a nuevas terapias dirigidas, y cuando su hermana fue diagnosticada, se negó a dejarla sufrir la misma frustración. Se le ocurrió la solución perfecta para aliviar la carga añadida de la calvicie para los demás.