Mi historia comienza en 1999 cuando mi esposo, Frank, murió a los 32 años. Perdió una batalla con un monstruo, un tumor cerebral de glioblastoma, la forma más agresiva de cáncer cerebral. Este cáncer puede ser causado por la exposición a la radiación electrónica y fue en un momento en que teníamos menos aparatos electrónicos. En solo 3 meses después del diagnóstico, murió dejándome a solas con nuestro único hijo, un hijo de 1 año. Sabía que había que hacer algo cuando, en septiembre de 2014, leí que el cáncer cerebral había reemplazado a la leucemia como la principal causa de muerte por cáncer entre los niños. Y estas cifras siguen aumentando. No hace falta decir que me sumergí en este tema. Debido a mis experiencias personales, junto con mi educación e investigación en radiación tecnológica, he convertido la tragedia en triunfo al crear Karelia Creations en 2014 para lograr un cambio positivo y ayudar a otros a evitar posibles tragedias de la radiación tecnológica.