En 2010, el fundador David Rzepka decidió agregar una colmena a su granja familiar. David nunca pretendía convertirse en apicultor, pero cuando el cuidador de la colmena ya no era capaz de atender a las abejas, David se hizo cargo y rápidamente descubrió que estaba fascinado por ellas. Comenzó a investigar ciencia y cultura de las abejas en la Universidad Estatal de Ohio. David aprendió que el mundo de las abejas está íntegra y vitalmente conectado con el nuestro. Las acciones de los seres humanos que afectan al medio ambiente afectan naturalmente al medio ambiente de las abejas. Los asuntos aparentemente triviales como los alimentos que elegimos comer y los productos químicos que elegimos usar en nuestros hogares afectan el bienestar de las abejas, en las que dependemos para la polinización de los alimentos que comemos y los cultivos que cultivamos para alimentar a los animales que alimentamos para su sustento. Consciente de este papel esencial, David se propuso crear productos enriquecidos con miel y cera de abejas, así como con ingredientes que son buenos para nosotros, buenos para el mundo y buenos para las abejas.