Todo empezó en Holanda, donde creció la fundadora Chantal Piët. Cuando era pequeña, su abuela, u Oma, le enseñó a Chantal los stroopwafels. A Chantal le encantaba la forma en que se untaba el pegajoso sirope de caramelo entre dos gofres, especialmente cuando se calentaba sobre una taza de café o en el horno. Ávidos buceadores y senderistas, los propietarios del Stroop Club sabían desde el principio que si querían sentirse bien con lo que estaban creando, tenían que asegurarse de seguir las prácticas empresariales más respetuosas con el medio ambiente. En esencia, los stroopwafels son una oda a un estilo de vida sin residuos. Se crearon como un uso para los restos de masa sobrantes de un panadero holandés. Nos esforzamos por continuar con este ideal y dejar la menor cantidad de residuos posible mediante el uso de envases reutilizados en la medida de lo posible y prácticas comerciales sostenibles. Dedicamos toda nuestra vida a establecer conexiones y aprender de los demás. Por eso, nuestro valor central en cualquier dirección que tomemos es conectarnos con los demás y seguir siendo un puente entre culturas, personas e historias. «Esperamos que nuestros stroopwafels os sirvan de ayuda para establecer nuevas conexiones, compartir historias y crear recuerdos o, al menos, que añadan un poco de dulzura a vuestro día». - Chantal -