Los orígenes del Gremio de Filósofos Desempleados están envueltos en un misterio. Algunos relatos remontan el nacimiento del gremio a Atenas en la segunda mitad del siglo IV a. C. Al parecer, varios filósofos de poca monta se cansaron del interminable diálogo socrático endémico en su oficio y se dedicaron a la fabricación de utensilios domésticos y juguetes. (De ahí la afirmación de que Sócrates bebió su veneno de cicuta de un cáliz diseñado por el gremio, aunque hay un intenso debate en torno a la cuestión de si se trataba de un cáliz que «desaparecía»). Otros sostienen que la UPG data de la Alta Edad Media, cuando el Gremio de Filósofos entró en el mundo del comercio vendiendo panfletos obscenos a los peregrinos que hacían largas colas para ir al baño. El negocio prosperó hasta 1211, cuando el Papa Inocencio III condenó las publicaciones. No es sorprendente que esto se tradujera en un aumento de las ventas, aun cuando la mitad de nuestros miembros se quemaron en la hoguera.