Tres mejores amigas —una diseñadora con su propia marca icónica, una maestra de la producción textil y una innovadora profesional de la logística, todas residentes en la ciudad de Nueva York— estaban cansadas del status quo que habían encontrado en la industria de la moda. Poco inspirador. Sin alma. Impersonal. Así que se propusieron lanzar al mercado diseños atemporales, de estilo clásico y de altísima calidad, todos ellos basados en una fórmula simple: rechazar la arcaica estructura corporativa a la que se adherían sus competidores, tratar a los clientes con amabilidad y respeto, producir ropa con el menor impacto posible en el medio ambiente y, lo que es más importante, hacer cosas que hagan que las mujeres se sientan bien consigo mismas. Están orgullosos de Billy T, la rama contemporánea de Wash Lab, y de los fieles seguidores que ambas marcas han atraído. Reciben innumerables elogios tanto de compradores como de clientes que apoyan las misiones de Billy T y Wash Lab, un estímulo que los inspira todos los días.