Nuestra historia comienza cuando Dane y Meghann estaban en un pueblo de Kenia con un grupo de mujeres cuyas familias habían sido devastadas por el SIDA. Cuando los conocimos, habían encontrado esperanza e ingresos a través del enrollado de cuentas de papel, que convirtieron en joyas. Nos encantó escuchar las historias de estas mujeres, y nos encantó su mano de obra, así que compramos un montón de joyas para llevarlas a casa y venderlas a nuestros amigos. Cuando compartimos sus historias con nuestros amigos y enviamos el dinero a las mujeres, nos dimos cuenta de que esto es lo que queríamos hacer. Queríamos invertir nuestro tiempo en conectar a las personas de los países en desarrollo con puntos de venta para vender sus productos y, a su vez, conectar las historias de personas que compran artículos con las historias de quienes los produjeron. Queríamos crear una intersección en la que pudieran encontrarse sus historias. Queríamos cambiar la forma en que las personas piensan sobre lo que compran y hacer que investiguen los orígenes de sus productos y las condiciones en las que trabajan los creadores de sus productos.